Sueño de fuga

Tengo en mente escribir una novela sobre un preso y su primer día fuera de la prisión. Una prisión que le marcó sus últimos 47 años de vida. Claro, eso es sólo una idea. Un borrador. Porque nunca he tenido el suficiente tiempo, ni sabiduría de sentarme enfrente de un ordenador para escribir. No obstante, también sé que es cuestión de tiempo y tarde o temprano lo escribiré. Sólo tengo que ser paciente y esperar mi tiempo. Dicen que un escritor puede tardar hasta 10 años en ver publicada su obra. En mi caso creo que voy a batir el record. Romperé la estadística, porque ya llevo 10 años con la idea y todavía no he escrito más de una hoja. No pasa nada. Como he dicho todo llegará.
La idea de escribir la historia de un preso, me vino cuando tenía apenas 20 años y vi la película titulada en español "Cadena perpetua". En latinoamerica se llama "Sueño de fuga" y en la versión inglesa se llama The Shawshank Redemption.
De entre los tres títulos me quedo con "Sueño de fuga" porque refleja lo negativo en positivo. Es decir, en España titular la película como "Cadena perpetua" infiere sobre la carga que tiene que soportar un preso ante la muerte y ante el hecho de verse encerrado en una prisión sin escapatoria.
En cambio, "Sueño de fuga" es positivo. Es ver que aún existe la posibilidad de seguir viviendo y escapar.
Me gusta muchísimo esta película y está situada en mi Top 5 de mejores películas que he visto. La secuela habla sobre un abogado que es encarcelado para el resto de su vida por matar a su mujer. La película da giros inesperados, realmente inteligentes para descubrir el arte del ser humano ante situaciones límites.
Una obra de arte en su esplendor cinematográfico por los actores que interpretan maravillosamente sus papeles. Lamentablemente esta película no es recomendada para menores de 13 años, así que si lees esto y tienes menos de 13 años debes, como yo, esperar.

Porque esperar es una virtud.

Y con todo ello llegamos al punto importante de esta nueva carta que, como maestro, quiero escribirte.
Como nos enseñó Einstein, el tiempo es relativo y dependiendo de cómo lo vivas, el tiempo pasará más rápido o más lento. El encarcelamiento puede hacer que el tiempo pase realmente despacio. Pero aquí radica tu organización, constancia y paciencia. Habrá momentos de aburrimiento y otros de diversión. Lo mejor es que nosotros sabemos que llegará el día en el que las puertas de la prisión se abrán y comencemos a vivir fuera nuevamente.
Cuando hace más de 10 años quería escribir mi novela sobre este prisionero, que sale de su prisión, no me imaginaba que iba a ser yo ese prisionero y que comenzaría a escribir esta historia en este momento.
Me imaginaba a aquel prisionero perdido. Donde gran parte de su vida forma ya parte de la prisión. Camina pensativo, incluso triste. Quiere volver a la carcel. A aquel sitio que ha vivido más de tres cuartas partes de su ya cansada vida.
En mi caso apenas han pasado dos semanas que estoy encerrado en casa. Sin embargo creo que la sensación de un preso al principio puede ser similar que al final. Los primeros momentos deben ser terribles y luego el acostumbrarse a la misma rutina hace que el encerramiento sea parte ya de tu vida.
Y ahora estoy en ese momento. Un momento que, como escribí en la primera carta, siento que era realmente feliz simplemente con ir a mi trabajo o con dar un paseo por Hyde Park en bicicleta.

Ahora, con esta carta, quiero manifestar que no solo lo que hacía antes lo hecho de menos, sino también el tiempo de poder hacerlo. Sólo disfrutar una hora montando en bici sería genial. Poder ver a mis alumnos nuevamente. Poder estar jugando en la calle con mis hijos o llevarle a las actividades extraescolares. Después de la enfermedad de mi hija, me repetí a mi mismo que no me quejaría por nada y menos por cosas vanales. Pero la sociedad me atrapó y nuevamente me lo está recordando.
La pandemia que estamos sufriendo es una nueva cura de humildad para todos nosotros y valorar todo aquello que en muchas ocasiones nos quejábamos.
Así pues, debo ser paciente y ocupar mi tiempo. Juntos a veces, separados en otras, de una forma u otra o combinadas.

Somos prisioneros de nuestro tiempo y de nuestro espacio pero tenemos sueños de fuga. Constantemente. Fuera o dentro de nuestra prisión.
Lo mejor es que ahora, en nuestro encerramiento, tenemos dos ventajas de la que no tenía nuestro "prisionero". La primera, es que si hacemos las cosas bien, no estaremos encerrados 47 años. La segunda es que nuestra prisión es nuestra propia casa. Y nuestra casa, no es nuestra casa. Es nuestro hogar. Levantarse y ver a tu hijo, a tu bebé, a tu mujer, a tu marido, a tu hermano a tu hermana es una bendición.
Sí, ya sé. También no todo el mundo estará así. Todavía habrá gente que se levantará y no tendrá a ese ser querido con quien charlar. Sin embargo, y a pesar de eso, toda esta gente que me refiero tiene la fortuna de tres cosas: Esta sano, y puede seguir libre en su propio tiempo y espacio. Finalmente también puede apoyarse en la tecnología para afrontar los momentos de soledad. Las tres manifestaciones que he dicho en su combinación puede ser que no tuviera nuestro compañero el "prisionero" en sus 47 años de prisión. Es decir, puede ser que en muchas ocasiones estuviera enfermo, en otras muchas otras no tuviera ni su espacio ni su tiempo y en la mayoría de las veces no tuviera ningún soporte tecnológico con lo que ocupar su tiempo.

Sigo pensando en mi prisionero y en su día de salida de la carcel. Un prisionero que deambula por las calles de Londres y ve a otros prisioneros. Sin hogar. Buscando un techo donde cobijarse.
También veo a mi prisionero. Deambulando por las calles de Londres y viendo a la gente en sus casas.
Es por eso, que este prisionero me saca de mis pensamientos negativos y me da fortaleza para seguir sonriendo cada mañana. Saber que esto no es una cadena perpetua, sino un Sueño de Fuga, por cada instante. Saber que el tiempo es relativo, que la paciencia es la cura y que la organización la mejor receta para seguir creciendo y aprendiendo juntos. Nuevamente la vida nos da una nueva lección de humildad y de aprovechar cada pequeño instante de nuestra corta vida.
Tu maestro, Jose.

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